jueves, 28 de agosto de 2008

SaiKano: porqué las niñas no van a la guerra


Quizá alguien por ahí ha escuchado nombrar de esta serie. Otros la han visto o quizá leído en manga –que tuvo la suerte de ser editado en México por Vid. Por mi parte, durante mucho tiempo me resistí a verla. Mitad porque sus críticas siempre positivas venían sobre todo de quienes quedaron infectadas del amor a la Candy White Andrew y, la otra mitad (que desprecia la serie) venía de críticas de los que adoran las películas de mucha acción y monstruos feos. Sin creer mucho en opiniones ajenas tan dispares, decidí ver la serie hasta el final (pasase lo que pasase) para poder recomendarla u olvida de "clásico referente del anime del 2000”.

Conseguí entonces Saikano, acrónimo japonés del nombre original de la serie: Saishou Heiki Kanojo, viene a ser traducido algo así como “Ella (refiriéndose a “mi novia”), el arma definitiva”. Y hay que sumarle el subtítulo: “The Last Love Song on This Little Planet”, "La última canción de amor en este pequeño planeta", traducción mía. Con semejante título, supuse tendría aspiraciones de grandeza. Aún así, le puse play.


La historia empieza con los estereotipos clásicos de las series japonesas de ambiente escolar. La protagonista, Chise, es la chica que no destaca en su grupo: tímida, débil, miedosa, ingenua, indecisa, malísima en la escuela (menos en historia), de voz pausada y bajita… Es una completa inútil para todo, pero tiene un buen corazón y un no-sé-qué que la hace lindísima para nuestro personaje estelar masculino, Shuuji, otro estereotipo de héroe japonés (si le quitamos los lentes): alto, moreno, serio, buen deportista, callado, de nobles sentimientos, hijo modelo y famosín en su barrio y escuela. Estos chicos preparatorianos de Hokkaido son novios y viven su relación en aparente paz cuando el resto del mundo está sumido en medio de la Tercera Guerra Mundial.

Chise, por razones que no aparecen en la serie -y suplico estén en el manga-, acepta ser parte de un proyecto para ser “el arma definitiva” y así, la someten a raros experimentos para hacer que dentro de ella viva una especie de semilla-ente que le otorga poderes militares in crescendo como comunicarse a distancia, desarrollar un radar personal (y hacerse invisible a los del enemigo), visión inflaroja, crear bombas y misiles, convertir sus miembros en cañones, volar por el aire, soportar golpes, disparos y fuego, utilizar los satélites como ojos y todo un largo etc. La trama inicial de los novios con un secreto al mundo (y el drama de aceptación de que el chico modelo deba ser protegido por su novia inútil) se complica cuando aparecen los triángulos amorosos. Las chicas que se disputan al galán son Fuyumi (primer amor del prota) y Akemi (su entusiasta amiga de toda la vida y amiga de Chise) y el galanazo para “el arma definitiva” es el comandante Tetsu –¡idéntico a Shuuji!- que resulta ser además el esposo de Fuyumi. ¡Qué drama! (es ironía, pues).

Los enredos de novios, dramones de orgullo japonés de quererse y no buscarse por promesas como “ya no somos novios, sino sólo compañeros de clase” hacen la base de toda la historia. Todas los demás problemas son tomados como accidentales en la serie. Por ejemplo, jamás me cuadró la crisis de Chise por ser un arma y realmente me fastidiaba verla llorar cada capítulo porque dudaba si Shuuji la quería o descubría con un gesto que siempre sí. Eran como pequeños caprichitos de niña que quiere ser mimada por insegura. Para mí, mucha lágrima adolescente; mucho preludio con diálogo vacío para decir lo que en verdad importaba. Por ejemplo, en la primera etapa de la serie, antes de que los novios se separen por la guerra, sus escenas tenían forzosamente el diálogo “Aho!” (“Tonta”) de Shuuji seguido por el “Gonennasai” (“Perdóname por favor”) de Chise. Escucharlo más de tres veces en un solo capítulo no sólo era aburrido, sino menso.

¡Pero no se alarmen! La serie tuvo sus momentos buenos. Hubo escenas dramáticas muy bien logradas (y otros feamente exagerados) y debo aceptar que la lucha por la sobrevivencia y la tranquilidad en medio de la tragedia de la guerra es muy loable por parte de todos. De los mejores momentos en la serie fueron la muerte de cierta fémina (por no hacer spoiler) o cuando los medicamentos de Chise faltaron una vez que los protagonistas deciden vivir juntos. También aquel recurso de la voz en off que narra la historia en perspectiva no me desagradó como ocurre en otras series (en las que parece que todos los nipones tienen una increíble sensibilidad para hacer prosa poética de la vida diaria). Shuuji, el narrador absoluto de su historia, es conmovedor, incluso más que la voz de Chise cuando da lectura a su diario. Otro punto bueno está en los efectos caros, pero desperdiciados -según mi opinión- cuando “el arma definitiva” se activa y arrasa con las ciudades y tropas enemigas por igual. De verdad, me molesta en sobremanera el que sea más vendible ver paneos de una niña en uniforme con actitud indefensa con unas alitas chistosas a punto de llorar que ver qué hace esa misma niña con esa inmensa pistola que tiene en vez de brazo. Y eso que no soy fanática de las series de acción, pero en SaiKano falta algo que te haga mantener los ojos abiertos y cambiar de posición.

Por último, otro rescate en la serie –que agradezco infinitamente- es que no tiene ni un solo fan service (mejor conocido como capítulo de relleno) como la ida a la playa, las vacaciones en las aguas termales, el festival de la escuela o el burdo capítulo navideño. Aunque en la serie aparece un festival escolar, lo importante no es ver a los protagonistas compitiendo graciosamente en juegos deportivos. Y en aquella salida a la playa para ver delfines en la bahía de Hokkaido, lo menos importante era el mar. Y la vez que fueron de compras… bueno, el que ha visto la serie sabe lo que pasó esa vez.

Dejando a un lado la trama, el diseño de personajes no me convenció. Y eso que normalmente, cuando el dibujo parece raro, después de un tiempo, uno termina por acostumbrarme a él. Eso me pasó con las larguísimas y élficas narices en Escaflowne. ¡Pero nunca me agradaron las narices de SaiKano! Los dibujos Shin Takahashi, mangaka que creó la historia, son muy hermosos, con un estilo muy bien definido que quisieron imitar de manera idéntica en la serie sin conseguirlo; les faltaban líneas que dieran cuerpo a los personajes y al colocarlas sólo en los rostros hacia que parecieran ¡eternamente sonrojados!

¿La música? Creo que no la noté. Supongo era muy básica como en cualquier otra serie con destellos de cancioncitas melosas para los momentos romanticones o dramáticos, pero no memorables ni trascendentales. No conozco nada digno de mención de su compositor, Takeo Miratsu. Las canciones de entrada (Koisuru Kimochi) y salida (Sayonara) son interpretadas por Yuria Yato con voz monótona y tristísima. Sin embargo, terminé tarareándolas después de haberlas escuchado tantas veces. La edición de la entrada es linda (con ventanas en movimiento y juego de planos), pero me pareció muy afrancesada. Esto no me hubiera molestado si se hubiera retomado este detalle para la serie. ¿Por qué presentarla así si no habrá NADA en francés dentro de la serie? Incluso el subtítulo está en inglés… Quizá si hubiera sido en francés, o hubiese tenido aunque sea un capítulo con el título en francés.

Bueno, ya casi para terminar, debo decir que la serie salió en el 2002 y tiene 13 episodios, 2 OVAs, 7 mangas y un live-action. De su directora, Mitsuko Kaze, no se le conoce otro trabajo que haya trascendido. La verdad, creo que gran parte de lo bonito de SaiKano fue gracias al autor de la obra y no a su dirección. No he visto el live-action, pero quizá sea bueno: es un director diferente. Me eché también las OVAs que llevan el subtítulo de "Another Love Song" que es lo que no se vio en la serie durante la estancia de Chise en la base militar. No hablaré mucho de los dos capítulos extra (que son MUY extras) porque son idénticos a la serie, con la excepción de que Shuuji no aparece y se presenta el personaje de la teniente Mizuki, quien, para agregar caras al polígono romántico, está enamorada del capitán Tetsu (esposo de Fuyumi, amor prohibido de Shuuji). La verdad, una excusa para sacar más dinero de la serie.


La serie de SaiKano claro que agrada a los románticos por tanto caramelo entre dos preparatorianos que se aman con sentimentales melodías de fondo. He aquí un fan video con la canción Yume Miru Tame ni de Mitsuo Sugiuchi, leitmotiv de la serie que rompió el corazón de los seguidores de la serie. Linda canción, debo admitirlo. Esta sí me gustó, pues.

A los que gustan de la acción, después de ver SaiKano se quedan insatisfechos con las monumentales batallas ganadas inexplicablemente en medio de lágrimas y alas blancas. No me quedaron ganas de volver a verla, pero creo que no la olvidaré con facilidad. Eso tiene su mérito aunque lo bueno es muy bueno… y lo malo, terrible. No recomiendo la serie a los amantes de los efectos caros, el género militar o los monstruos. Pero si lo quieren es una historia de amor en medio del caos, la lucha de una jovencita por conservar el amor y la felicidad de novio su sobre todas las cosas (incluida su aceptación como ser humano), vean SaiKano y llorarán al final. Si están agrios de corazón por culpa de segundos, terceros –o peor, cuartos- la vomitarán.

Espero que, como siempre, el manga brinde la redención de esta producción. ¿Alguien lo leyó? ¿Alguien sale en defensa de SaiKano?

Leer artículo completo...
 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.